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Betaína es un término común para referirse a la trimetilglicina, un compuesto natural que puede encontrarse en las células de bacterias, plantas y animales. Debido a su estructura química exhibe características de un zwitterion dipolar que le confiere propiedades positivas para los animales como osmoprotector en condiciones de estrés asociados con altas temperaturas y coccidiosis (Amerah y Ravindran, 2014), preservador de la salud hepática y promotor del estatus antioxidante del organismo. Adicionalmente, gracias a su grupo metilo lábil y a través de la transmetilación contribuye con la formación de sustancias clave dentro del metabolismo energético como la creatina y carnitina.

Existen diferentes fuentes de betaína grado alimenticio para animales como el clorhidrato de betaína que incluye dentro de la molécula un átomo de hidrogeno y un átomo de cloro por lo que el porcentaje de trimetilglicina es del 76,2% en una molécula de clorhidrato de betaína y tiene un aporte negativo en el balance electrolítico (-6.514,7 mEq/kg). Otra fuente trimetilglicina es la betaína anhidra de origen natural, el cual es un coproducto de la remolacha azucarera, este origen tiene como ventaja la que el 100% de la molécula de betaína anhidra corresponde a trimetilglicina y no impacta el balance electrolítico (0 mEq/kg) (Figura 1).

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Múltiples ensayos han sido realizados evidenciando el efecto positivo sobre la salud y la productividad animal. Ensayos realizados en reproductoras incluyendo 1 kg/ton de betaína anhidra de origen natural con una concentración del 93% de trimetilglicina, permitió evidenciar una reducción del efecto negativo del estrés térmico sobre variable productivas como: conversión alimenticia, porcentaje de postura y masa de huevo (Attia, El-Hamid, Abedalla, Berika, Al-Harthi, Kucuk, Sahin y Abou-Shehema, 2016) Por otra parte, la inclusión de betaína anhidra a razón de 1 kg/ton de alimento de gallos reproductores permitió equiparar la concentración espermática, viabilidad de los espermatozoides y la fertilidad de animales expuestos a estrés por calor crónico frente al grupo de individuos en condiciones de termo neutralidad (Attia, El-Naggar, Abou-Shehema y Abdella, 2019)

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Evaluaciones realizadas con la suplementación de 0,5 kg/ton y 1 kg/ton de betaína anhidra al 96% en pollos de engorde que recibieron un alimento con una contaminación fúngica permitió evidenciar que la trimetilglicina incrementó la ganancia diaria de peso y disminuyó la conversión alimenticia. Además, parámetros séricos relacionados con la salud hepática como la alanina aminotransferasa y fosfatasa alcalina disminuyeron (Wen et al., 2021).

Adicionalmente, se evidenció la reducción de la concentración de colesterol a nivel plasmático relacionado con el efecto inhibitorio de la expresión hepática del mRNA que codifica para el 3hidroxil-3 metilglutaril – CoA reductasa, enzima encargada de regular positivamente la biosíntesis del colesterol. Mientras que a nivel muscular se demostró un incremento de la actividad de la enzima superóxido dismutasa, reduciendo el malonaldehído y las pérdidas por goteo (Wen et al., 2021).

Otras evaluaciones realizadas en pollo de engorde permitieron evidenciar que la suplementación con betaína (0,96 kg/ton trimetilglicina) aumentó significativamente la digestibilidad de la materia seca, nitrógeno, energía, grasa y aminoácidos de la dieta suministrada a aves desafiadas con coccidia (Amerah y Ravindran, 2014).

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De igual manera, investigaciones llevadas a cabo con lechones destetos permitieron evidenciar un efecto positivo de la suplementación de betaína anhidra (1,25 kg/ton y 2,5 kg/ton producto con 99,4% de pureza) sobre la actividad de enzimas digestivas, la arquitectura intestinal, el mayor crecimiento y una menor incidencia de diarreas (Wang, Li, Xu, Feng, 2020).

betainaEn el caso vacas lecheras sometidas a estrés por calor el suministro de 15 g de betaína /animal/día resultó en el incremento del consumo de materia seca y una mejor dinámica ruminal que derivó en una mayor producción de ácidos grasos volátiles y síntesis de proteína microbiana. Adicionalmente, se presentó una mayor digestibilidad aparente de la materia seca, materia orgánica y fibra (FDN y FDA) lo que mejoró el estatus energético de los animales reduciendo las concentraciones de ácidos grasos no esterificados a nivel sérico y mejorando la deposición de grasa y proteína en la leche. La actividad antioxidante asociada con la capacidad total anti oxigénica y la actividad del glutatión peroxidasa fue mejor en los individuos que recibieron betaína en comparación con los animales que se sometieron al estrés térmico (Shan, Ma, Wang, Zou, Hu y Peng, 2020).

Múltiples estudios y aplicaciones en la industria han permitido evidenciar que la betaína anhidra de origen natural contribuye con la resiliencia de los animales, promoviendo el mantenimiento del bienestar, la salud y la productividad aun cuando se encuentran sometidos a condiciones de estrés.

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